sábado, 3 de septiembre de 2011

Una aproximación

 

El empoderamiento y la toma de responsabilidad son un par  de varias aproximaciones que existen para realizar  cambios en nuestro entorno. El cambio del entorno sólo es posible desde un cambio interno. Cuando nosotros somos diferentes, nuestro entorno también lo es.

Reproduzco un comentario que le escribí a un querido amigo sobre cómo podría comenzar a cambiar su entorno:

Lo que me escribes son palabras sabias. Todos los hombres pasamos por esas dudas en una etapa u otra de nuestra vida, en este caso lo estás haciendo siendo muy joven. Es normal que sientas aprehensión por solucionar lo que crees que son círculos viciosos entre hacer un gran esfuerzo para que todo salga bien y a veces recibir mensajes de que no es suficiente. A veces nos sentimos muy frustrados precisamente porque lo hacemos de corazón; es decir, no todo lo que haces por los demás es para que se sientan mejor y estén por consecuencia más cerca de ti. También haces cosas por los demás por verdadero amor e interés en el crecimiento y felicidad de la otra persona. No todo lo que haces está mal. Hay mucho amor en muchas cosas que haces. Puedes sentirte muy orgulloso de esa parte y también puedes sentirte orgulloso de las cosas que, por amor, haces por ti. Cuando te surjan dudas sobre lo que haces o hiciste, remítete a esa parte hermosa de tu personalidad que es dadivosa y atenta para con sus seres queridos. Esa parte siempre está en ti. Siempre. Los demás lo saben y aunque a veces te manden mensajes de que no es suficiente, en general, aprecian (a veces en silencio) lo que haces (o hiciste) por ellos, porque perciben intuitivamente tu cariño.

Ahora, lo que no te gusta. Imagínate un cuarto que ha estado oscuro por 20 años. Si tú llegas y prendes un cerillo, la oscuridad se va inmediatamente, no importa que haya estado por 20 años o 20 minutos, la oscuridad se va. Ahora, si quieres que esa luz se mantenga, puedes empezar con cerillos, después una vela y así hasta asegurarte de tener siempre la luz adecuada que quieras. A veces incluso podrías instalar un moderador de luz para jugar a que hay menos luz o más luz. Así puede hacerse con tu programación sobre lo que no te gusta. No importa por cuánto tiempo la hayas tenido, es posible cambiarla con ejercicios específicos. Nada se encuentra escrito, nada está predestinado. Puedes cambiar en cualquier momento para ser completamente otro. Lo que quieras ser. Puedes aprender en cualquier momento a usar cualquier herramienta que quieras, volverte un verdadero maestro avanzado en su uso, y después dejarla plácidamente en su estante. Ese creo que es tu destino amigo. Aprender a usar todas las herramientas que quieras. Ser un ser humano que explota todo su potencial: un maestro al cual la gente reconoce intuitivamente cuando lo ve y quiere estar cerca de él porque tiene algo.

Si nuestro brazos levantaran 30 kilos sin esfuerzo y nos dan 10 para cargar, pues podemos cargar los diez cuando queramos y por tiempo que nos parezca bien. ¿Pero qué tal si podemos cargar 30 kilos y nos dan esos mismos 30 para cargar? Entonces el tiempo se vuelve un factor importante porque podríamos cansarnos muy rápido de lo que estamos haciendo. Así que si tenemos unas situaciones de 30 kilos y podemos cargar 30 kilos (Dios nunca te da más para carga de lo que puedes cargar) lo que podemos hacer son pesas. Es decir, volvernos más fuertes para que esos 30 kilos no sean relevantes. Si desarrollamos un peso de carga de 100, los treinta kilos que tenemos enfrente son una bicoca.

Te recomiendo dos ejercicios específicos para tus brazos:

1.- Sin que nadie se entere, sin que te metas en problemas, sin que sea delito, sin que haya consecuencias. Realiza pequeños actos de egoísmo para ti, solo para ti, en secreto, que nadie se entere que lo hiciste (para que no te metas en líos gratis), pero que sean muy reconfortantes. Tú sabrás que se antoja, no tienen que ser grandes cosas, pero insisto, que no tenga consecuencias y que a la vez sea (o sean) muy reconfortante(s). Hazlo 3 veces a la semana.

2.- Imagina una situación que ya pasó, una discusión, un evento, un olvido. No importa que haya sido o no tu culpa. Algo que no te haya gustado. Ahora, sin que te eches la culpa. Haz un ejercicio de responsabilidad para ver cómo tú contribuiste a la situación. Hazlo en silencio, es un análisis sólo para ti, es en secreto. Incluso para las cosas que aparentemente son fortuitas. Trata de imaginarte cómo podrías haber evitado el olvido, como podrías haber evitado la discusión o el evento. Hazlo desde una perspectiva amorosa, no se vale que lo hagas desde el enojo. Es como diciendo: Si yo me cuido (por amor, no por miedo) en todo momento, para la otra, ¿cómo podría yo contribuir para que esto no me vuelva a pasar? No es acusatorio, no es reclamo, sólo es un ejercicio amoroso desde la imaginación. Imagínate ese mismo suceso, previniendo la situación, con mucho amor y si puedes con un toque de humor. Trata de hacerlo con todas las cosas que te pasen en tu vida cotidiana, las cosas pequeñas y las grandes. Con todo.

Te deseo unos buenos bíceps amigo. Todo es cuestión de tiempo y unas idas al gym.

Abrazos.