jueves, 15 de diciembre de 2016

Tres hábitos que te dijeron (desde tu infancia) que no hicieras pero que urge que tengas para mejorar tu calidad de vida:


SEGUNDA PARTE

2.- Aprender a ser desleal de vez en cuando. Esto es lo peor que podrías leer: ser leal es uno de los más grandes valores que atesoras. Ser leal en tu clan significa ser valioso y digno de confianza; ser leal es sentirse protegido, acompañado.
Seguramente te dijeron con actitudes, palabras y silencios que la sangre llama; la sangre es en lo único en lo que puedes confiar; la familia (extendida y nuclear) tiene como razón de ser apoyarse continuamente. Seguramente has escuchado frases como "es tu hermana", "sólo se puede confiar en la familia", "a tu primo sí les puedes confiar eso, pues es tu primo"
Si crees que ese esquema de relaciones interpersonales está razonablemente bien y que no es necesario hacer grandes ajustes, está bien. No hay juicios ni pretendo decirte que un esquema es mejor que otro. Si ese es el caso, puedes dejar la lectura hasta aquí y seguimos siendo amigos. Si, por el contrario sientes curiosidad, ahí va:
¿Cuáles son los costos que pagas por aceptar estas reglas del clan?
¿Cuáles son los paradigmas que están escondidos detrás de las muestras de orgullo por pertenecer a tu clan?
¿Qué tan bien le ha ido al clan con sus paradigmas proteccionistas?, ¿cuánta abundancia tienen?, ¿cuánta paz tienen?, ¿qué tan bien les ha ido con sus parejas y sus hijos?, ¿cuántas enfermedades comparten entre ellos?, ¿cómo andan de peso y de relación con su propio cuerpo?
Existen varios costos asociados: perdida de libertad, de seguridad en ti mismo y de fe en la humanidad. El clan es como una madre sobre protectora que (a cambio de su protección) no permite los cuestionamientos sobre sus ideas y exige absoluta lealtad. Ofrece protección pero, a la larga, cría hijos inseguros. Eso no suena tan mal, pero si haces como tuyas ideas de no plenitud que vienen de tu clan, el asunto se vuelve delicado.
El clan puede ser profundamente machista, no darse cuenta de ello y después asumir que tú vas a seguir esas misma ideas (que no las ven como machistas, sólo como prácticas) porque seguir esas mismas ideas es ser leal con el clan.

Una vez me tocó ver cómo unos padres le decían a su hija que su pretendiente era el "bueno" porque le cumplía todos sus peticiones, no importando la hora que fuera. Cuando me pidieron mi opinión y les dije que esa era una concepción profundamente machista se quedaron completamente desconcertados porque para su clan que el hombre le cumpliera todo a ella era un valor. Charlamos un buen rato donde yo les dí mi visión sobre el Don Juan y lo que pide a cambio. Ni los padres ni los hijos se auto consideraban machistas (ninguna familia se considera, de hecho) pero compartían y reforzaban entre sí esas ideas. Creo que el pretendiente sí hizo pareja con la hija.

El clan puede tener una ideas profundamente distorsionada de lo que es una pareja y para qué sirve, no darse cuenta de ello y después asumir que tú vas a seguir esas misma ideas (que no las ven como ideas distorsionadas, sólo como prácticas) porque seguir esas mismas ideas es ser leal con el clan.
El clan puede tener interiorizadas ideas erróneas sobre la relación orgullo-pobreza , no darse cuenta de que las tiene y después platicar entre ellos lo digno que es ganarse todo a pulmón.
El clan puede ser que vea como algo natural protegerse a través del silencio y "aguantar" lo que sienten, no darse cuenta del daño que eso provoca y después reforzarse entre ellos al Pedro Infante (combinado con Jorge Negrete) que los esclaviza.

Ser desleal con los paradigmas de tu clan no significa que te alejes de ellos (o que te pelees o les reclames) por ser como son, significa que te das la oportunidad de ser como ellos y después ser un poco más libre que ellos. Es como si fueras hijo de un zapatero y decidieras que después de ser zapatero quieres viajar por todo el mundo.

Algunos ejemplos prácticos pueden ser:

Veo que mi clan atesora la pobreza y ve como mérito saber ser pobre. Yo no quiero eso para mí ni para mis hijos.
Veo que mi clan se compara continuamente entre ellos como una adicción que encanta pero lastima. Yo no quiero eso.
Veo que mi clan trata como traición (sutil o explicita) a las voces que no están de acuerdo con lo que hacen. Yo no quiero eso para mí mismo, mas bien quiero ser tolerante y receptivo a mis nuevas ideas.
Veo que a mi clan le parece bien guardar miedos, frustraciones y enojos a través del peso corporal. Yo no quiero maltratar a mi cuerpo haciéndolo cargar tareas que me tocan a mí.
Veo que a mi clan le gusta culpar a los "externos al clan" de las cosas malas que pasan dentro de él para no hacerse responsable de sus propios demonios (y dioses) internos. Yo quiero verme a mí mismo como un ser creador de todo lo que me pasa y sentir que tengo un propósito en mis planes de vida cotidiana.
Veo que mi clan valora el asunto de la sangre para ocultar que tiene mucho miedo a la volubilidad humana. Yo quiero aprender a protegerme de los seres humanos y después aprender a ya no protegerme de ellos: quiero aprender que la volubilidad es una parte valiosísima de la vida.

¿Qué va a pasar cuando te cuestiones esto?, ¿te vas a quedar sólo?
No, por el contrario, los miembros de tu clan se te acercarán y se preguntarán a ellos mismos cómo pueden obtener los beneficios que tú estás obteniendo sólo por el hecho de pensar diferente.
Así es como tú colaboras con el clan, para que sea un mejor clan: a través de la inspiración silenciosa.
Eso es maravilloso.

viernes, 8 de enero de 2016

EL padre interno

El padre interno es uno de los cuatro modelos psicológicos básicos. Es una voz dentro de ti y una actitud específica ante la vida. En términos muy generales el padre interno se encarga de los objetivos, del enfoque y de la concentración. En el ámbito de los roles sociales el padre interno es fácilmente reconocible en la elección del ámbito laboral, en los objetivos que te planteas y en el modo en que decides llevarlos a cabo. También está asociado a tu grado de iniciativa, sensación de riesgo/confianza y nivel de resiliencia. Tu capacidad de expresar amor de una forma no solemne también se origina en tu padre interno. 

El padre interno te otorga una visión práctica de las razones por las que haces las cosas. También es aquel que te proporciona una visión liviana y desfachatada ante lo que consideras problemas en la vida. Él te impulsa a hacer cosas nuevas, no porque sea arriesgado sino porque tienes la confianza que se origina desde la ligereza.

Cuando lo tienes conformado, el padre interno te recibe de regreso en tu casa después de un mal día, te mira a los ojos, no te dice nada, no es necesario. Cuando más, le notarás una leve sonrisa en sus ojos, se está riendo con ellos de nuevo, piensas. Su risa parpadeante te recuerda lo que otras veces ha escrito con el índice en la grava:

“Ve, inícialo, si se logra está bien, si no se logra está bien, no hay pasos al vacío, no hay pasos al desastre”
“No se ha perdido nada, nada importante ha sido tocado, descansa, descansa. Tal vez no mañana pero dentro de poco tiempo nos estaremos riendo tú y yo de esto como si todo fuera una gran anécdota”
“Nunca estás solo, no hay forma de que estés solo, es imposible, es un ilusión. Recuerda que es un juego que tú mismo diseñaste, no te lo tomes tan en serio”
“¿Por qué crees que tú eres tu mente?, ¿por qué crees que tú eres ese aparato sofisticado que usas para todo?, pero si yo te acompañé cuando lo diseñaste, ¿cómo crees que voy a creer que tú eres ese aparato sofisticado?
“Ríete de lo que crees que nunca vas a cambiar dentro de ti, es fácil tener ternura por lo que crees que no es tan luminoso dentro de ti”
“No hay forma de que te equivoques, no la ha habido. No hay razón para que te censures, nunca la ha habido. No hay metas ni objetivos, sólo la esperanza del presente”

Así, el padre no dice nada cuando llegas agobiado a casa creyendo que eres lo que te pasa y lo que piensas. Él sólo sirve la sopa. Eventualmente lo miras a los ojos y te encuentras con su mirada. No pasa mucho tiempo antes de que los dos se estén riendo con ligereza de la vida. Mañana será otro día. Mañana permitiremos que el Ser se vuelva a expresar a través de nosotros, nos decimos también en silencio, entre las carcajadas.

La soledad de mi adolescente interno

He visto de frente la soledad:
La de la habitación vacía,
la de la llena.
Cuando me dicen que no me entienden,
cuando dicen que sí, pero no en realidad.
La de mis argumentos obvios,
la de la prisa por convencer.
Cuando pienso que nací equivocado de año,
o de prioridades.
La de los padres haciéndose más ellos,
la de mi viejo interno.
Cuando no me he acompañado ni yo mismo,
cuando me censuro seguido.
La de los amigos que te necesitan,
solo eso, te necesitan.
La de los maestros ausentes,
y la de los manipuladores para que te quedes.
La de la iglesia redentora,
después de venderte a sobreprecio tus pecados.
La de la incomprensión de mi pasado,
la de las injusticias que veo, tomo, o doy, hoy.
La del miedo a mi futuro.

Intenté decirle a mi adolescente interno que sé cómo se siente. Pero eso ya lo sabe, y sabe que yo lo sé. Sólo me queda sentarme junto de él, en silencio, pasándole la mano por un hombro. El sol se va ocultando y el contraste entre la temperatura que era y la que será provoca viento.
Lo que fue y lo que será provoca viento. Respiramos profundo. Mi adolescente toma mi mano.