martes, 11 de noviembre de 2014

Anarquistas y la fe

Leyendo las noticias sobre actos llevados acabo por anarquistas recuerdo uno de mis axiomas preferidos: todos actuamos con frecuencia en base a mecanismos de protección.
El espíritu anarquista refiere la negación de la autoridad, del gobierno; al rechazo de las reglas sociales preestablecidas por considerarlas innecesarias y aversivas. Estos muchachos rechazan a la sociedad y la forma en que la sociedad es, o al menos eso dicen.
El asunto es que podemos ver las características psico sociales - económicas de estos muchachos y fácilmente nos damos cuenta que más bien es al revés: La sociedad los ha relegado de ella. La sociedad no les ha proporcionado igualdad de condiciones (así lo ven ellos) para su desarrollo. La sociedad los ha marginado al no garantizar las mínimas bases para su bienestar. 
Así, es comprensible que estos muchachos se vuelvan anarquistas si lo vemos bajo la lupa del axioma que comento:
Ellos prefieren rechazar a la sociedad antes que reconocer el dolor que les implica que la sociedad los haya rechazado con anticipación.
Es como decir que "antes de que me digas que no me quieres, yo me voy de tu lado" 
Platico esto porque un mecanismo similar he observado en algunos de mis amigos que son ateos. Sin entrar en detalles de los beneficios que se obtienen al ser observantes (una mejor y más larga vida, por ejemplo) si es de notar las razones por las cuales son ateos: por supuesto que tienen razón mis amigos ateos cuando dicen que la religión es un mecanismo de culpa, de dolor, de vergüenza, de control social, de alineamiento. Sí, la religión puede tener en mayor o menor medida una dosis de lo que acabo de listar, pero no me refiero a la religión, me refiero a la creencia de la transcendencia, a la capacidad de sentir alegría sin que haya una razón externa para ello, a la sensación de sentido y de pertenencia, a la sensación de estar acompañado, a la capacidad de encontrar sentido a la vida cotidiana.
Algunos de mis amigos ateos son ateos por convicción, es decir, han llevado a cabo profundas reflexiones sobre lo que es y lo que perciben que es y han llegado a la conclusión que en este momento de sus vidas están mejor con esa posición. 
Algunos otros de mis amigos ha hecho exactamente las mismas reflexiones y llegado a las mismas conclusiones pero con la diferencia que ellos están conscientes que la soledad que les resultará de esas conclusiones es una magnifica oportunidad de probar sus propias fuerzas sin la ayuda de nadie.
Otros de mis amigos ha hecho las mismas reflexiones y llegado a las mismas conclusiones para ocultar que el fondo quisieran ser convencidos que no están solos, que hay un propósito en su vida y que esa benevolencia prometida por el ser místico seudo conocido también es para ellos. Creo que este grupo suele ser el más aguerrido, creo que es el más aguerrido porque es el que tiene más necesidad de que se le pruebe, sin el más asomo de dudas, que hay más después de su cuerpo y de su mente. Creo también que este grupo es el más numeroso de mis amigos ateos.
Al final, ojalá la sociedad pueda convencer a los muchachos anarquistas que sí se preocupa de ellos y que sí está cerca de ellos, pero , como varios de ustedes me refutaran, ese ejercicio parece estar más del lado de ellos que de la sociedad.