viernes, 24 de enero de 2014

Los pasos del trabajo interno

Ligeramente autobiográfico, escribí este artículo en las trece vidas de Cecilia que quier compartirles:




  Es importante señalar que estos pasos no implican periodo de tiempo alguno, no hay un periodo que deba cubrirse entre cada uno de ellos ni tampoco existe juicio alguno con respecto al paso en que cada uno de nosotros estemos. Es decir, el paso 2 no es mejor que el paso uno y así sucesivamente. Se les denomina pasos sólo para propósitos de presentación pero una mejor manera de denominarlos es giros de volante en nuestro viaje  de trabajo interno. Así, un giro en este momento no es mejor o peor que el giro anterior. es más bien una medida de ajuste sobre nuestro trayecto interno que podamos hacer cuando nos parezca apropiado.
Dicho esto:
Primer giro: El ser humano decide en un momento de su vida que el trabajo interno es para él. Decide que vale la pena realizar un análisis de las partes que lo conforman. Decide que hay un propósito al hacer esto y que ese propósito es mejorar su vida y él mismo. Deja de percibir las situaciones cotidianas como "algo que pasa" y comienza a cuestionarse su participación en ellas.  Este es el giro que más difícil se percibe.
Segundo giro: El ser humano conceptualiza el trabajo interno como una serie de actividades tendientes a erradicar o disolver las partes de él que no le gustan. Se dedica a localizar las partes de sí que deben ser separadas de él para encontrar al ser humano que  el anhela, que necesita y que en ese momento no es. Las emociones son clasificadas en buenas y malas así como las actitudes y hábitos. Busca los orígenes de los comportamientos y la manera en qué puede erradicarlos. Se conceptualiza como un producto inacabado en la medida que no ha filtrado las bajas pasiones que lo persiguen y visualiza a los  grandes maestros iniciados como expertos depuradores de la maldad en ellos y de la proveniente del mundo. Existe una separación entre el individuo y los otros. Los demás existen para probar la determinación del individuo a depurarse y las situaciones cotidianas son una oportunidad para mejorar. 
Tercer giro: El ser humano cambia su estructura de paradigmas sobre el trabajo interno. Conceptualiza el trabajo interno como un proceso de curación y al individuo como un ser enfermo. Identifica las áreas de su personalidad que desea cambiar como áreas que necesitan curarse. Frecuentemente divide su trabajo en etapas de niñez, adolescencia y madurez para facilitar el proceso de reconocimiento de las partes de su personalidad que deben ser sanadas.  Las emociones son consecuencia de los paradigmas adquiridos en las diferentes etapas de la vida y es posible cambiarlas o controlarlas si se identifica el momento en que se adquirió originalmente un paradigma. La concepción maniqueista de los comportamientos se matiza y se sustituye paulatinamente por aproximaciones mentales ligadas a la compasión. "Si yo estoy enfermo cuando me comporto de una determinada manera, también el de enfrente". Esto conlleva a un proceso de empatía que lleva al individuo a preguntarse el alcance que existe entre él y lo demás porque deduce la existencia de un patrón común que "enferma" a todos por igual. Si ese patrón existe, piensa, también debe existir otro que "cure" de manera más o menos estandarizada.  Las situaciones cotidianas son una oportunidad para sanar las partes de la personalidad que están lastimadas. Los grandes maestros iniciados son vistos como humanos que están libres de sufrimiento.
Cuarto giro: El ser humano gira su concepto del trabajo interno hacia un viaje sobre sí mismo. Conceptualiza a los demás como reflejos de su pensamiento. Los "demás" existen primero en él y después fuera de él porque son su propio pensamiento manifestándose. El individuo es un viajero naturalista que busca descubrir para conservar lo que descubrió, sin alterarlo en lo más mínimo. No intenta cambiar , depurar o sanar, ahora busca descubrir y comprender su naturaleza a través de la interacción social. Si no conoce algo, "los demás" se encargarán de mostrarle qué está sintiendo en ese momento.  Su empatía se fortalece ya que siempre se trata de él mismo cuando piensa o habla de "los demás". Los grandes maestros iniciados son vistos como humanos que se han encontrado a sí mismos. Percibe las situaciones cotidianas como un suceso que él mismo diseñó para facilitar su camino de autodescubrimiento.
Quinto giro. El ser humano cambia su focus de autoestima hacia otro lugar diferente a lo que él es, él hace o él actúa, por lo tanto  se olvida del trabajo interno como concepto. Se dedica a disfrutar las partes de sí mismo que surgen en su interacción social. No juzga, no analiza, no cambia, no preserva. Los “demás” son él y eso le parece muy divertido. Las situaciones cotidianas son procesadas con ligereza y aceptación como si  "alguien" tuviera  muy buen sentido del humor.