En el primer
artículo de la serie nos planteamos la
siguiente pregunta:
¿Cuáles serían esas
herramientas que necesito tener para dejar que la vida se manifieste
como es sin temor a que esa misma vida me asfixie?
En el segundo artículo platicamos
sobre la primera herramienta: “Para ir alegre en el mar embravecido”
Ahora platicaremos de la segunda
herramienta. Tal vez en este momento comiences a considerar seriamente que el
control sobre cómo te sientes está en tus manos implica un cambio de perspectiva
tremendo. Puedes ver que la vida es como es y que el que tiene que cambiar o la
que tiene que cambiar eres tú si deseas tener otra calidad de vida.
Entendiéndose la calidad de vida como la capacidad de fluir con la vida sin
necesidad de protegerse de ella.
Vamos a listar la segunda
herramienta:
·
La segunda herramienta nos pide “tener la
capacidad de expresar enojo, ya sea enojo del pasado o del presente, de una
manera clara, coordinada y precisa”
El
pasado no puede cambiarse, pero sí podemos cambiar la forma en que nos sentimos
con respecto al pasado. Los
acontecimientos que nos han sucedido en la vida tienen un propósito, pero, por
un momento quisiera que te conectadas solamente con la emoción. Trata de
conectarte con el enojo que sentiste en ese momento. No importa si ese enojo
está o no está justificado. No importa si el enojo fue por una causa o razón
que no entendiste. No importa si en el
presente entiendes las razones del enojo. La solicitud que te hago es que
apagues un momento el intelecto y trates de conectarte solamente con el enojo.
Digamos que el ejercicio es conectarte con el enojo en bruto, es decir, sin que
medie ninguna clase de razonamiento a favor o en contra de la situación.
Ahora
imagina que durante un episodio de tu vida se formo un pequeño lago de agua
cristalina en el patio de tu casa. El
lago representa el enojo producido por ese episodio. No importa el motivo del
enojo, el enojo existe, el agua está ahí en el patio trasero de tu casa. Al principio el agua es cristalina pero al
paso del tiempo comienza a tener la apariencia y el olor del agua estancada. Como nos han dicho que el agua estancada es
irracional o primitiva, en lugar de dejar correr ese líquido que ya no debería
estar ahí, lo que la mayoría hace es guardar el agua descomponiéndose.
Cuando
se encuentra guardada el agua continúa su proceso natural de descomposición.
Después de un tiempo comienza a oler peor. La estrategia que la mayoría elige
es la racionalización: figurativamente colocamos el agua en envases herméticos
y después enterramos esos envases.
El
asunto del agua no se ha solucionado pero al menos está “contenido”. Las ideas que utilizamos para justificar que nuestro
enojo se encuentre guardado bajo tierra son parecidas a estas:
- “¿Para qué mover el pasado?, eso ya pasó”
- “Ahora entiendo la razón, por tanto no hay motivo para enojarme en este momento”
- “Si me enojo atraigo cosas negativas así que prefiero pensar positivo que volverme a enojar por algo que no puedo cambiar”
- “Si los demás se dan cuenta que continúo enojada o enojado por esa situación me tacharan de inmaduro o inmadura”
- “Si me enojo me voy a meter en problemas así que mejor no lo hago”
Podríamos
mantener eso indefinidamente si no fuera por un inconveniente: el universo te
refleja siempre lo más profundo de ti.
Esto es, primero te reflejará en tu cotidianidad todo el enojo que
tienes guardado y después te reflejará la personalidad y las ideas que tienes
en la superficie. Así, no sirve de nada “estar en paz” o “comprender” en la
superficie si en el fondo todavía te encuentras enojada o enojado en lo más
profundo.
La tarea es sacar el agua que se
encuentra estancada o enterrada. El objetivo es una sensación de libertad, de
frescura, de levedad y de confianza que se obtiene después de reconocer que el
enojo se encuentra ahí, respetarlo y después dejarlo ir. El enojo debe sacarse de una forma física y de una manera verbal.
Algunas directrices para realizar
esta tarea son:
- Sacar el enojo no implica que tengas que hablar con la persona que te hizo enojar.
- Sacar el enojo debe hacerse con el propósito de sanar y no de revanchismo.
- Sacar el enojo físicamente consiste en realizar un acto expresando ese enojo de una forma que no lastime a nadie. Puedes por ejemplo golpear la cama con tus manos o gritar a todo pulmón en un sitio donde nadie te escuche.
- Sacar el enojo verbalmente consiste en contar a un amigo con qué estás enojada o enojado. Pídele a ese amigo que no te de consejos ni que valore si el enojo es justificado o no, solamente que te escuche.
- Por supuesto: va a oler muy feo al principio el agua que se va después de estar tanto tiempo estancada. No te asustes, déjala seguir, es para curar.
- Sacar el enojo no significa que seas primitiva o primitivo, todo lo contrario.
Después de hacerlo con el pasado,
podrás hacerlo con el presente. El objetivo es que te parezcas a un pato. Cuando
están en el estanque los patos son muy apacibles. En ocasiones existe una
fricción entre ellos. La pelea dura unos segundos y después cada pato por su
lado se sacude. Un segundo después de sacudirse, el pato se encuentra
completamente en paz. Su pasado ya no existe.
Otro ejemplo puede ser un niño de
cuatro años que se acaba de caer de la bicicleta. Cuando se cae el niño llora
desconsoladamente. Llora de miedo de dolor y de enojo. No está evaluando por
qué se cayó o si debería haberse o no caído. Tampoco está pensando si su enojo está o no justificado. Sólo llora. Tres
minutos después se encuentra como si nada porque se dio el permiso de “dejar ir”
esas emociones.
Date el permiso de enojarte para
sanar. Date el permiso de no cargar el pasado (injusticias que sufriste, dolor
que te causaron, metas no realizadas) como una justificación de tu
comportamiento actual. Date el permiso de sentirte ligera o ligero.
Con la práctica te parecerá obvio y fácil el proceso. Los demás se preguntarán
cómo es que la vida parece ser más ligera a tu alrededor. Si alguno te pregunta
de manera directa, dile que lo mejor… es enojarse.