El apego frecuentemente es definido como una vinculación
afectiva intensa, duradera, de carácter singular, que se desarrolla y consolida
entre dos entidades, por medio de su interacción recíproca, y cuyo objetivo más
inmediato es la búsqueda y mantenimiento de proximidad en momentos de amenaza
ya que la vinculación proporciona seguridad, consuelo y protección. El apego
puede manifestarse mediante la necesidad de permanecer junto al objeto de la vinculación o
bien mediante el aparente rechazo al mismo objeto cuando se ha producido un
periodo de separación.
Listando los apegos, tenemos a los apegos a los objetos materiales,
a las relaciones interpersonales, a nuestro trabajo, a la familia. Todos esos
son apegos que mantenemos en nuestra vida cotidiana y son relativamente fáciles
de ver. Cuando tenemos un miedo a la perdida, una ansiedad por controlar, una serie de
compromisos ineludibles, podemos decir que tenemos un apego-vinculación
intensa. Más allá tenemos los apegos que se manifiestan a través del rechazo.
Cuando rumiamos una relación interpersonal estamos también ejerciendo apego. Es
decir, si después de dar rienda suelta al coraje que sentimos después de una interrelación
intensa continuamos enojados con esa persona o ese objeto también podemos
concluir que seguimos apegados.
El apego por sí mismo no es malo, por el contrario. El apego
nos brinda una oportunidad de experimentar cómo deseamos interrelacionarnos con nuestros objetos,
personales y relaciones. El problema estriba cuando no reconocemos que existe
un apego. Si no tenemos claro que tenemos un apego entonces ese apego se
transforma de algo saludable que nos permite experimentar hacia una atadura que
nos fuerza a actuar de determinada manera despojándonos de la libertad de
actuar.
Algunos de los apegos más importantes y desconocidos son, en
orden de importancia:
1.- El apego a tu personalidad. Estás tan familiarizada-familiarizado
con tus creencias y tus formas de reaccionar que no te das cuentas que algunas
de ellas ya no te sirven y te están empezando a hacer daño. No cambias tus paradigmas porque te encuentras
tan arraigada-arraigado a lo que eres que no vienen a tus pensamientos
posibilidades de cambio. Todo lo nuevo lo quieres llevar a lo que ya conoces
eliminando de esa forma lo nuevo.
2.- El apego a los resultados. Estás tan
convencida-convencido que todo lo que haces debe tener un resultado que te
pierdes de la oportunidad de ser libre en tus acciones y pensamientos. Te
pierdes de la oportunidad de sólo ser sin motivo alguno para ser.
3.- El apego a lo que odias. Estás convencido que el enojo o
el odio son sistemas de separación del objeto o la relación. Todo lo contrario,
entre más te enojes con ese objeto o esa
persona o esa relación, significa que más apegado estas.
La distancia es otro de los más grandes malentendidos acerca
de los apegos. Frecuentemente se piensa que la distancia entre dos personas implica
que ya no están apegadas y que la cercanía entre ellas es clara prueba de que
aún continúan apegadas. En realidad no
hay una relación proporcional entre la distancia y el apego. Puedes estar muy
alejada o alejado de una persona o de un objeto y estar profundamente apegada,
apegado. Por el contrario puedes estar muy cercano físicamente y vivir libre de
esa persona o de ese objeto.