jueves, 22 de mayo de 2014

De cada quien.


A continuación reproduzco una reflexión sobre mi percepción sobre una parte de la naturaleza humana que escribí en mi perfil de FB:

Reflexiono sobre una parte de la naturaleza humana. 

En determinados momentos de nuestra vida tenemos la necesidad d eun cambio. En ocasiones este cambio es sutil o radical. Todos sabemos que para obtener un cambio debemos provocar ese cambio, es decir, debemos actuar de manera diferente a como hemos venido actuando. Entre más saturados estamos de la experiencia actual, entonces más motivados DEBERÍAMOS estar para intentar algo diferente en nuestra manera de actuar y de pensar.

Una enfermedad es una buena experiencia de saturación: a cualquiera que ha tenido un dolor agudo le ha urgido un estado mejor de bienestar.
La pobreza económica también lo es: a cualquiera que le ha urgido un peso para comer, le ha urgido estar mejor.
Una serie de eventos desafortunados también nos satura y nos invita al cambio: a cualquiera que ha tenido meses de "mala suerte" le parece urgente encontrar un estado mejor en su vida.

¿Debería ser obvio no?

Pues no. No lo es. Cuando pedimos un cambio, la información de qué hacer y cómo hacerlo nos llega. Sin embargo, lo que la mayoría de nosotros hacemos es resistirnos a hacer algo diferente. La mayoría de las ocasiones sólo queremos cambiar un poco y que todo lo demás cambie para nuestro beneficio. La mayoría de las veces no estamos dispuestos a cambiar de manera profunda, completa, ontológica. La mayoría de las veces decimos ( a veces llorando y desesperados) que queremos cambiar pero en el fondo seguimos esperando que los demás cambien, que la vida cambie, que el cuerpo cambie, que los amigos cambien, que el jefe cambie...

Un porcentaje de amigos y amigas que conozco pide un cambio en su vida pero no está verdaderamente dispuesta o dispuesto a hacer o pensar diferente. Por el contrario, también soy amigo de un segundo grupo cuyos integrantes deciden "tomar el toro por los cuernos" lanzándose temerarios a lo nuevo, seguros que habrá un beneficio en su vida a pesar de no ver ese beneficio a simple vista.

Este segundo grupo vence sinergias muy profundas:

1.- La tendencia a permanecer en el mismo lugar a pesar de que ese lugar duele.
2.- La tendencia a seguir pensando igual a pesar de que ese pensamiento no los lleva a ningún lado.
3.- La tendencia a hacer responsable a los demás del estado de bienestar de cada uno.
4.- La tendencia a ser mejor persona a través del sufrimiento.
5- La tendencia a visualizarse como victima de las circunstancias.

Este segundo grupo, por el momento, es reducido. Pero estoy seguro que los que están en el primer grupo verán los beneficios en paz, tranquilidad, felicidad y abundancia que poco a poco consiguen los segundos y un día se sentirán tentados a preguntarle a los del segundo grupo cómo es que lograron sentirse tan bien con ellos mismos.

La decisión es de cada quien.

miércoles, 14 de mayo de 2014

Para ir alegre en el mar embravecido: Primera herramienta








En el artículo anterior platicamos sobre las herramientas que pueden ayudarnos a percibir nuestra vida de forma liviana. La primera herramienta que es buena idea practicar se llama intuición. La intuición es la toma de decisiones que no se basa  en un pensamiento o en una sensación. Cuando tomamos una decisión lo hacemos normalmente por dos razones: emocional o  racional. Sin embargo existe una tercera razón para la toma de decisiones: la intuición.  No es un pensamiento, no es una emoción. Es una serie de ideas complejas que no llegan una después de otra, por el contrario, nos llegan en una sola vez.
La intuición es un proceso simple pero difícil de dominar. Es difícil dar instrucciones detalladas. Es como escribir instrucciones para andar en bicicleta. Puede decirse donde poner un pie u otro. Hacia donde mandar el equilibrio del cuerpo ya es un poco más difícil de explicar y la sensación de vaivén mientras estas aprendiendo todavía más. Sin embargo, vamos a intentarlo.
Cuando vamos en un automóvil en ocasiones tenemos la idea de dar vuelta a la izquierda o a la derecha. Esa idea no fue razonada ni emocionada. Sólo llego, por un momento y en una sola exhibición. Si nos ponemos a pensar por qué habríamos de tomar esa decisión ya no estamos actuando por intuición. Es decir, el razonamiento de la decisión no es ser intuitivos. Como la intuición llega de una sola vez, la ventana de oportunidad para tomar esa decisión basada en la intuición es muy estrecha. Digamos que es instantánea. Si dudamos entonces ya no estamos actuando con  intuición porque al dudar estamos en el razonamiento o  la emoción.
No nos confundamos creyendo que seguimos nuestra intuición. De hecho, los errores mientras aprendemos la intuición, serán en su mayoría  por creer que sí seguimos nuestra intuición cuando en realidad nuestra decisión fue razonada o emocionada y nosotros queremos creer que fue por intuición.
Ahí radica el grado de dificultad. Decantar nuestras decisiones tomadas por intuición de las tomadas por la racionalización o la emoción.
Cuando ignoramos la intuición (todos lo hacemos en mayor o menor medida) estamos implícitamente reforzando un paradigma en donde pensamos que nuestros sentidos y nuestra experiencia nos llevarán siempre por el mejor camino, pero esto no es así. Incluso, podemos desconfiar de nuestra intuición porque en ocasiones nos llevará por caminos desconocidos y eso no nos gusta. Esto es normal al inicio del proceso porque lo vemos confuso y difícil de dominar. Es como desconfiar de la bicicleta porque nos parece difícil de dominar, complicada y potencialmente peligrosa: un aparato que puede traer más problemas que beneficios y que es mejor dejar guardada en el armario como una bonita anécdota.

Pero, qué pasaría si comenzamos a dominar la intuición. ¿Qué pasaría si después de algunos tropiezos empezáramos a desarrollar esa habilidad? La sensación de libertad y velocidad serían incomparables. Con el dominio de la intuición tenemos la posibilidad de hacer cosas que nunca habíamos hecho antes y sentirnos seguros porque siempre habrá una pequeña voz que en el momento justo nos dirá sin palabras cuando dar vuelta en nuestro camino. Es como tener un vigía en nuestro barco que alcanza a ver un poco más lejos y un poco más nítido. Este guía siempre estará contigo y entre más lo escuches, más claro se volverá para ti. 

jueves, 1 de mayo de 2014

¿Por qué la vida es difícil?


¿Por qué la vida es difícil? 

Tal vez te hayas encontrado en un momento de tu vida en donde las dificultades y problemas que se presentan parecen no tener final. Intentas poner buena cara a los problemas y después piensas que esos problemas no te van a vencer. Puedes practicar el estoicismo o la rebeldía ante los conflictos, sin embargo estos siguen viniendo.  Si eres un persona con fe,  le rezaste a dios para que te ayudara pero no solo no obtuviste una respuesta clara, sino que en ocasiones parec, incluso, que recibiste una respuesta contradictoria a tu solicitud de ayuda. 

A veces la vida parece ser muy difícil o demasiado cuesta arriba requiere una cantidad enorme de  esfuerzo que no se corresponde con los resultados que esperamos. 
Si ya has intentado todo y te encuentras un poco desconectado desconectada de la vida porque ésta no parece ser sutil contigo, existen algunos paradigmas que pueden revisarse para comprender con mayor profundidad la razón de las situaciones desagradables por las que has pasado o estás pasando 

Primer paradigma a cambiar: 

"Mi vida  es difícil¿cómo hago que la vida sea más fácil?" 

Este modelo de pensamiento tiene un problema y es que nos limita a tratar de hacer que la vida cambie. Cuando pensamos de esta manera estamos asignando una personalidad buena o mala a la vida, lo cual es tan ilógico como querer asignar una personalidad al mar. El mar no es bueno ni malo: el mar es. De la misma manera la vida no es mala ni buena, solamente es. De esta forma puedes ver que si te pones a esperar que la vida cambie y se comporte mejor contigo, pues vas a esperar mucho tiempo. Es imposible sentarse junto al mar, pedirle que se porte mejor contigo a la siguiente mañana o alentarlo para que una tormenta hunda un barco la próxima semana. El mar no está conectado a un nivel de control contigo.  

Pero, ¿qué pasaría si tuviéramos mejores herramientas para nuestra interacción cotidiana con la vida? 
Entonces la vida seguiría siendo como es pero nosotros la percibiríamos de forma diferente. No es lo mismo estar en el mar embravecido montando una pequeña lancha, un chaleco salvavidas y una lámpara de pilas, a estar en ese mismo mar de olas gigantes dentro de un yate de 40 metros, viendo televisión con cable y tomando una bebida refrescante mientras esperamos que la tormenta pase. 

¿Verdad que la vida  (o el mar) puede percibirse muy diferente dependiendo de las herramientas que tengamos a la mano para interactuar con ella? Nótese que digo herramientas para interactuar, no digo herramientas para enfrentar. 

Ahora la pregunta 

¿Cuáles serían esas herramientas que necesito tener para  dejar que la vida se manifieste como es sin temor a que esa misma vida me asfixie? 

Ese es tema del siguiente artículo.