El padre interno es uno de los cuatro modelos psicológicos básicos.
Es una voz dentro de ti y una actitud específica ante la vida. En
términos muy generales el padre interno se encarga de los objetivos, del
enfoque y de la concentración. En el ámbito de los roles sociales el
padre interno es fácilmente reconocible en la elección del ámbito
laboral, en los objetivos que te planteas y en el modo en que decides
llevarlos a cabo. También está asociado a tu grado de iniciativa,
sensación de riesgo/confianza y nivel de resiliencia. Tu capacidad de
expresar amor de una forma no solemne también se origina en tu padre
interno.
El padre interno
te otorga una visión práctica de las razones por las que haces las
cosas. También es aquel que te proporciona una visión liviana y
desfachatada ante lo que consideras problemas en la vida. Él te impulsa a
hacer cosas nuevas, no porque sea arriesgado sino porque tienes la
confianza que se origina desde la ligereza.
Cuando lo tienes conformado, el padre interno te recibe de regreso en tu casa después de un mal día, te mira a los ojos, no te dice nada, no es necesario. Cuando más, le notarás una leve sonrisa en sus ojos, se está riendo con ellos de nuevo, piensas. Su risa parpadeante te recuerda lo que otras veces ha escrito con el índice en la grava:
“Ve, inícialo, si se logra está bien, si no se logra está bien, no hay pasos al vacío, no hay pasos al desastre”
“No se ha perdido nada, nada importante ha sido tocado, descansa, descansa. Tal vez no mañana pero dentro de poco tiempo nos estaremos riendo tú y yo de esto como si todo fuera una gran anécdota”
“Nunca estás solo, no hay forma de que estés solo, es imposible, es un ilusión. Recuerda que es un juego que tú mismo diseñaste, no te lo tomes tan en serio”
“¿Por qué crees que tú eres tu mente?, ¿por qué crees que tú eres ese aparato sofisticado que usas para todo?, pero si yo te acompañé cuando lo diseñaste, ¿cómo crees que voy a creer que tú eres ese aparato sofisticado?
“Ríete de lo que crees que nunca vas a cambiar dentro de ti, es fácil tener ternura por lo que crees que no es tan luminoso dentro de ti”
“No hay forma de que te equivoques, no la ha habido. No hay razón para que te censures, nunca la ha habido. No hay metas ni objetivos, sólo la esperanza del presente”
Así, el padre no dice nada cuando llegas agobiado a casa creyendo que eres lo que te pasa y lo que piensas. Él sólo sirve la sopa. Eventualmente lo miras a los ojos y te encuentras con su mirada. No pasa mucho tiempo antes de que los dos se estén riendo con ligereza de la vida. Mañana será otro día. Mañana permitiremos que el Ser se vuelva a expresar a través de nosotros, nos decimos también en silencio, entre las carcajadas.
Cuando lo tienes conformado, el padre interno te recibe de regreso en tu casa después de un mal día, te mira a los ojos, no te dice nada, no es necesario. Cuando más, le notarás una leve sonrisa en sus ojos, se está riendo con ellos de nuevo, piensas. Su risa parpadeante te recuerda lo que otras veces ha escrito con el índice en la grava:
“Ve, inícialo, si se logra está bien, si no se logra está bien, no hay pasos al vacío, no hay pasos al desastre”
“No se ha perdido nada, nada importante ha sido tocado, descansa, descansa. Tal vez no mañana pero dentro de poco tiempo nos estaremos riendo tú y yo de esto como si todo fuera una gran anécdota”
“Nunca estás solo, no hay forma de que estés solo, es imposible, es un ilusión. Recuerda que es un juego que tú mismo diseñaste, no te lo tomes tan en serio”
“¿Por qué crees que tú eres tu mente?, ¿por qué crees que tú eres ese aparato sofisticado que usas para todo?, pero si yo te acompañé cuando lo diseñaste, ¿cómo crees que voy a creer que tú eres ese aparato sofisticado?
“Ríete de lo que crees que nunca vas a cambiar dentro de ti, es fácil tener ternura por lo que crees que no es tan luminoso dentro de ti”
“No hay forma de que te equivoques, no la ha habido. No hay razón para que te censures, nunca la ha habido. No hay metas ni objetivos, sólo la esperanza del presente”
Así, el padre no dice nada cuando llegas agobiado a casa creyendo que eres lo que te pasa y lo que piensas. Él sólo sirve la sopa. Eventualmente lo miras a los ojos y te encuentras con su mirada. No pasa mucho tiempo antes de que los dos se estén riendo con ligereza de la vida. Mañana será otro día. Mañana permitiremos que el Ser se vuelva a expresar a través de nosotros, nos decimos también en silencio, entre las carcajadas.