viernes, 8 de enero de 2016

EL padre interno

El padre interno es uno de los cuatro modelos psicológicos básicos. Es una voz dentro de ti y una actitud específica ante la vida. En términos muy generales el padre interno se encarga de los objetivos, del enfoque y de la concentración. En el ámbito de los roles sociales el padre interno es fácilmente reconocible en la elección del ámbito laboral, en los objetivos que te planteas y en el modo en que decides llevarlos a cabo. También está asociado a tu grado de iniciativa, sensación de riesgo/confianza y nivel de resiliencia. Tu capacidad de expresar amor de una forma no solemne también se origina en tu padre interno. 

El padre interno te otorga una visión práctica de las razones por las que haces las cosas. También es aquel que te proporciona una visión liviana y desfachatada ante lo que consideras problemas en la vida. Él te impulsa a hacer cosas nuevas, no porque sea arriesgado sino porque tienes la confianza que se origina desde la ligereza.

Cuando lo tienes conformado, el padre interno te recibe de regreso en tu casa después de un mal día, te mira a los ojos, no te dice nada, no es necesario. Cuando más, le notarás una leve sonrisa en sus ojos, se está riendo con ellos de nuevo, piensas. Su risa parpadeante te recuerda lo que otras veces ha escrito con el índice en la grava:

“Ve, inícialo, si se logra está bien, si no se logra está bien, no hay pasos al vacío, no hay pasos al desastre”
“No se ha perdido nada, nada importante ha sido tocado, descansa, descansa. Tal vez no mañana pero dentro de poco tiempo nos estaremos riendo tú y yo de esto como si todo fuera una gran anécdota”
“Nunca estás solo, no hay forma de que estés solo, es imposible, es un ilusión. Recuerda que es un juego que tú mismo diseñaste, no te lo tomes tan en serio”
“¿Por qué crees que tú eres tu mente?, ¿por qué crees que tú eres ese aparato sofisticado que usas para todo?, pero si yo te acompañé cuando lo diseñaste, ¿cómo crees que voy a creer que tú eres ese aparato sofisticado?
“Ríete de lo que crees que nunca vas a cambiar dentro de ti, es fácil tener ternura por lo que crees que no es tan luminoso dentro de ti”
“No hay forma de que te equivoques, no la ha habido. No hay razón para que te censures, nunca la ha habido. No hay metas ni objetivos, sólo la esperanza del presente”

Así, el padre no dice nada cuando llegas agobiado a casa creyendo que eres lo que te pasa y lo que piensas. Él sólo sirve la sopa. Eventualmente lo miras a los ojos y te encuentras con su mirada. No pasa mucho tiempo antes de que los dos se estén riendo con ligereza de la vida. Mañana será otro día. Mañana permitiremos que el Ser se vuelva a expresar a través de nosotros, nos decimos también en silencio, entre las carcajadas.

La soledad de mi adolescente interno

He visto de frente la soledad:
La de la habitación vacía,
la de la llena.
Cuando me dicen que no me entienden,
cuando dicen que sí, pero no en realidad.
La de mis argumentos obvios,
la de la prisa por convencer.
Cuando pienso que nací equivocado de año,
o de prioridades.
La de los padres haciéndose más ellos,
la de mi viejo interno.
Cuando no me he acompañado ni yo mismo,
cuando me censuro seguido.
La de los amigos que te necesitan,
solo eso, te necesitan.
La de los maestros ausentes,
y la de los manipuladores para que te quedes.
La de la iglesia redentora,
después de venderte a sobreprecio tus pecados.
La de la incomprensión de mi pasado,
la de las injusticias que veo, tomo, o doy, hoy.
La del miedo a mi futuro.

Intenté decirle a mi adolescente interno que sé cómo se siente. Pero eso ya lo sabe, y sabe que yo lo sé. Sólo me queda sentarme junto de él, en silencio, pasándole la mano por un hombro. El sol se va ocultando y el contraste entre la temperatura que era y la que será provoca viento.
Lo que fue y lo que será provoca viento. Respiramos profundo. Mi adolescente toma mi mano.