Qué podía decir cuando te vi por primera vez: Yo meditaba con un canción tranquila, se terminó y comenzó una ritmica. Me quedé en la meditación disfrutando cuando te vi. Bailabas al compás de la música, tenías mi rostro. Comncé a llorar. Era cierto. El dios que le detuvo a Abraham su mano, el de la zarza ardiendo, el de Elías, el de Jacob, bailaba divertido, tal vez un pco torpe delante de mí disfrutando la música. De tantas maneras qque había para hcerlo escoge la más liviana y casual. Ahí pedí por primera vez que en milápida se escribiera que había aprendido a no tomarme las cosas tan en serio. Dios baila para mi y además confirma la leyendza al mismo tiempo. Qué podía decir cuando vi que tenías mi rostro? Qué afirmación era pertinente cuando supe que la leyenda de San Pablo era cierta? Yo lo comprobe en un parque de Atzcapotzalco mientras me veía y moviendo los hombros.
Por eso te mandé decir que si llevabas el timón de mi barca, yo siempre continuaría remando.
Años después, me contestaste:
¿Qué crees que siente un padre la primera vez que su hijo más amado voltea la cabeza buscándolo?
¿Qué crees que siente el creador cuando su criatura dice que confía en ti?
¿Qué crees que sentí cuando te reias y decías que sabías lo que yo hacía?
Dejo estos testimonios como flores blancas en un altar de parte de un dios encarnado , un verbo hecho carne habitando anonimamente - a veces incluso para él- en la ciudad. El citadino mistico.
Por eso te mandé decir que si llevabas el timón de mi barca, yo siempre continuaría remando.
Años después, me contestaste:
¿Qué crees que siente un padre la primera vez que su hijo más amado voltea la cabeza buscándolo?
¿Qué crees que siente el creador cuando su criatura dice que confía en ti?
¿Qué crees que sentí cuando te reias y decías que sabías lo que yo hacía?
Dejo estos testimonios como flores blancas en un altar de parte de un dios encarnado , un verbo hecho carne habitando anonimamente - a veces incluso para él- en la ciudad. El citadino mistico.