miércoles, 4 de marzo de 2009

Despertad


En contraste a las escrituras anteriores, quiero compartir con ustedes un texto que escribí hace casi 2 años, cuando me sucedio la experiencias más maravillosa de mi vida. En un texto posterior, lo hire desglosando poco a poco.

El 8 de mayo de 2007 desperté. Cuando lo hice tuve una sensación completa de bienestar y tranquilidad. Me di cuenta de todo el amor que me rodeaba y de la inutilidad de estar buscándolo afuera de mí mismo: me di cuenta de que yo era todo lo que necesitaba, que el pasado no existía y que nunca había lastimado a nadie ni nadie me había lastimado. Que podía finalmente dejar mis apegos y sufrimientos atrás, hacia el pasado que nunca ocurrió. En ese momento descorrí el telón de la obra que había estado representando durante mucho tiempo, supe que yo -un personaje armado por mí mismo- había estado representando el guión que escribía sobre la marcha. Tuve la certeza de que mi pensamiento era parte de esa obra de teatro, pero que yo era más que ese pensamiento, que la conciencia soy yo. Que podía alejarme del drama y regresar a él a voluntad. Descubrí una sonrisa completa en mi rostro, plena, inocente mientras sentía cómo el amor fluía de mí hacia todo lo que me rodeaba. Observé cómo era vivir en el presente, cómo era disfrutar en ese preciso instante y no saber de otra cosa más que de alegría. Miré a mi alrededor y noté por primera vez la diferencia entre las miradas de los adultos y de quienes tienen 2 años. La diferencia de estar y de no estar. De nuevo, la sonrisa permanente mientras sentía que no había diferencias, que no importaba si se vivía el presente o no. Sentía cómo el universo que yo había creado también sonreía travieso con esa misma sensación de unidad completa. De cómo el amor que me profeso. ¿Por qué desperté?, porque quise hacerlo. Me di el permiso y lo ansiaba tanto. Elegí ser un mago hacedor de mareas: el levita que levita espontáneo cuando está muy contento. A veces juego a estar dormido y ahí, en sueños vividos, juego a pasar a través de las puertas que tienen en rótulos enormes los nombres de mis grandes miedos, he atravesado esas puertas y siempre he recibido aplausos. Mi despertar fue el más alegre sacrilegio de la dualidad: vivo creando, enterrando y profanando mis creaciones en este juego, como un niño. Hablo desde la conciencia, siempre en verdad. Tengo tantas ganas de estar aquí, de continuar llorando de alegría en mis meditaciones mientras recorro mis pruebas humanas, de enojarme, de sentirme envidioso o intolerante y saberme perfecto en toda ocasión, mientras, en mi experiencia continúo expandiendo la conciencia. 

He escrito este libro desde la dualidad como pretexto a los atisbos de unidad que también regalo en él. Es parte de mi juego, de mi creación, de mi celebración por estar aquí. 


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