Recién acabo de darme cuenta que todo el trabajo espiritual hasta ahora no ha sido para pulirme a mi mismo, sino que ha tenido como finalidad curarme, sanar.
A partir de ahí cambian mis paradigmas, porque hasta ahora el camino espiritual me parecía uno sin fin. Nunca terminaría de pulirme. Nótese que pulir también implica desgastarse.
Pero si es para curar, le veo sentido a todo. Ahora tengo más tiempo y no me desespero tanto, puedo tener menos prisa, porque quiero sanar, pero no voy a acelerar artificialmente una curación porque podría ser contraproducente.
Me siento muy aliviado.
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