viernes, 5 de julio de 2013

La intuición

He escrito algunos artículos en las Las trece vidas de cecilia y quiero reproducir algunos aquí. Esta serie de artículos buscan presentar una serie muy especifica de acciones que pueden llevarse a cabo para fomentar nuestro descubrimiento interior.

El proceso lo he dividio por puertas y propongo un sistema circular para su trabajo. Es decir, no es necesario trabajar con una puerta y después la otra. El proceso puede hacerse en varias puertas simulataneamente como si estuvieras en el centro de una serie de opciones de crecimiento.

La primera puerta se llama la intución:

La intuición es la toma de decisiones que no se basa en un pensamiento o en una sensación. Cuando tomamos una decisión lo hacemos normalmente por dos razones: emocional o racional. Sin embargo existe una tercera razón: la intuición. La intuición es la forma en que el espíritu se comunica con nosotros. No es un pensamiento, no es una emoción. Es una serie de ideas complejas que nos llegan en una sola vez. Cuando decidimos o creamos a través de la intuición estamos canalizando.
 
La intuición es un proceso simple pero difícil de dominar. Es difícil dar instrucciones detalladas. Es como escribir instrucciones para andar en bicicleta. Puede decirse donde poner un pie u otro. Hacia donde mandar el equilibrio del cuerpo ya es un poco más difícil de explicar y la sensación de vaivén mientras estas aprendiendo todavía más. Sin embargo, vamos a intentarlo.
 
Cuando vamos en un automóvil en ocasiones tenemos la idea de dar vuelta a la izquierda o a la derecha. Esa idea no fue razonada ni emocionada. Sólo llego, por un momento y en una sola exhibición. Si nos ponemos a pensar por qué habríamos de tomar esa decisión ya no estamos actuando por intuición. Es decir, el razonamiento de la decisión no es canalización. La ventana de oportunidad dpara tomar esa decisión basada en la intuición es muy estrecha. Digamos que es instantánea. Si dudamos entonces ya no estamos actuando en la intuición porque al dudar estamos en el razonamiento y la emoción.
 
No nos confundamos. Los errores mientras aprendemos la intuición serán, en su mayoría, por creer que sí seguimos nuestra intuición cuando en realidad nuestra decisión fue razonada o emocionada y nosotros queremos creer que fue por intuición.
 
Ahí radica el grado de dificultad. Decantar nuestras decisiones tomadas por intuición de las tomadas por la racionalización o emoción. Cuando ignoramos la intuición (todos lo hacemos en mayor o menor medida) estamos implícitamente diciendo que confiamos más en nuestra visión y fuerza que en el mensaje del espíritu. Esto es normal al inicio del proceso porque lo vemos confuso y difícil de dominar. Es como desconfiar de la bicicleta porque nos parece difícil de dominar, complicada y potencialmente peligrosa: un aparato que puede traer más problemas que beneficios y que es mejor dejar guardada en el armario como una bonita anécdota.
 
Pero, qué pasaría si comenzamos a dominar la intuición. ¿Qué pasaría si después de algunos tropiezos empezáramos a desarrollar esa habilidad? La sensación de libertad y velocidad serían incomparables.

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